jueves, 10 de diciembre de 2009

DIARIO AMERICA, EL UNIVERSAL, GRACIAS.......


Rodeados de la naturaleza más hermosa y parte del mejor arte creado en Venezuela, un grupo de venezolanos solidarios demostraron con sus aportes que la cultura y la educación son el alimento más nutritivo del ser humano.
Un día en la Quinta de Anauco, compartiendo con tantos espíritus nobles
Un día en la Quinta de Anauco, compartiendo con tantos espíritus nobles

Por Juan Carlos Sosa Azpúrua

El domingo pasado celebramos el gusto de vivir en la Quinta de Anauco. Rodeados de la naturaleza más hermosa y parte del mejor arte creado en Venezuela, un grupo de venezolanos solidarios demostraron con sus aportes que la cultura y la educación son el alimento más nutritivo del ser humano.

Laureano Márquez nos hizo reír hasta sacarnos lágrimas, el auditorio repleto de caras sonrientes celebraba cada ocurrencia del genial humorista, pocas veces tiene uno la ocasión de entender tan profundamente la idiosincrasia criolla como cuando Laureano se pasea por todas las facetas que nos caracterizan. Por su parte Florian Ebersberg y Joel Novoa salpicaron con Rossini el ánimo del momento, enalteciendo la experiencia al recordarnos que sin música las notas de la vida no se leen igual. Y Carlos Aguirre, el gran chef de Mantuano’s, también regaló su arte con sabores que nos transportaron al paraíso.

En los jardines, con el Ávila de fondo, brindamos y comimos, compartimos entre amigos lo mejor de Venezuela. Fuimos testigos de una fotografía viviente que nos enseña que todavía hay esperanza, que tenemos gente comprometida con el país, personas que cultivan los valores más elevados y los practican.

En esos jardines compartimos con muchos creadores y profesionales destacados, gente maravillosa que está haciendo patria en la sombra, individuos que en algún momento le enseñarán al mundo que Venezuela no es el universo de mediocridades asfixiantes que hoy figuran, que esta nación rica en montañas, pájaros, ríos y mares, también es rica en recursos humanos.

Un día en la Quinta de Anauco, compartiendo con tantos espíritus nobles, fue el mejor baño de optimismo que tuve la suerte de darme, un baño que me limpió la desazón y me dejó el olor de un mañana que será mejor que el presente. Cada quien en su espacio puede convertirse en el motor de ese mañana. Convicción y lucha son las premisas.